4 de enero de 2008

No te lo vas a creer

"¿Mantener la calma? No puedo ni respirar, como para estar tranquila... ¿Qué vamos a hacer? ¿Quedarnos aquí sentados mientras el avión da saltos como un caballo desbocado?
A mi espalda alguien susurra: "Dios te salve, María, llena eres de gracia..." y me invade un nuevo pánico asfixiante. La gente está rezando. Esto está sucediendo de verdad.
Vamos a morir.
-¿Perdone?- el norteamericano que va a mi lado me observa con cara tensa y lívida.
¿He hablado en voz alta?
-Vamos a morir- aseguro.
Lo miro fijamente. Podría ser la última persona que vea. Me fijo en las arrugas que tiene alrededor de los ojos y en su poderosa mandíbula, sombreada por una barba de dos días.
El avión comienza a descender de súbito, y doy un grito involuntario.
-No creo- me tranquiliza él, pero veo que se sujeta con fuerza al apoyabrazos-. Según han informado, no es más que una turbulencia.
-Pues claro. No van a decir: "Bueno, chicos, se terminó"- suelto con voz histérica. El avión da otro terrorífico bandazo y estrujo la mano de mi vecino-. No saldremos de ésta. Sé que es el final. Se acabó. Tengo veinticinco años, ¡por el amor de Dios! No estoy preparada. Todavía no he hecho nada. No he tenido hijos, no he salvado la vida de nadie. Jamás he escalado una montaña, no me he hecho un tatuaje, ni siquiera sé si tengo punto G...
-¡¿Cómo?!- exclama el hombre; parece desconcertado, pero casi ni lo oigo.

...

No puedo estar callada, no puedo.
Cada vez que el avión se mueve o se agita, dejo escapar un torrente de frases, como agua por una catarata.
Sólo soy capaz de hablar, o de gritar.
-Ella era campeona de natación, campeona en todo, y yo no era nada a su lado...
... un curso de fotografía, y creí que realmente mi vida iba a cambiar...
... cincuenta y seis, pero tenía pensado ponerme a dieta...
... solicité todo tipo de trabajos. Estaba tan desesperada que incluso pedí...
... horrible chica que se llama Artemis. El otro día llegó un escritorio nuevo y se quedó con él, a pesar de que el mío es cutre y pequeño...
... a veces riego su maldita planta con zumo de naranja, para que aprenda...
... horribles regalos y he de fingir que me gustan...
... llevar tangas porque no se notan, pero son muy incómodos...
... talla treinta y ocho y no sabía qué hacer, así que dije: "¡Vaya, es fantástico!"...
... me apunté a un club de lectura, pero no conseguí acabar Grandes Esperanzas. Así que le eché un vistazo a la contracubierta y actué como si lo hubiera leído...
... le di un montón de comida para peces y, la verdad, no sé qué pasó...
... me gustaría tener las tetas más grandes. Es decir, no como las de las revistas, sino, ya sabe, un poco más grandes. Para saber lo que se siente...
... compré un bote enorme de Haagen-Dazs, me lo zampé y no le dije nada a Lissy...
... me pongo de lado porque así el escote parece mayor...
... nunca se lo confesaría a nadie, pero a veces pienso que es demasiado guapo. Casi como un muñeco. Como Ken, el de Barbie. Un Ken rubio...
... me llevaba a un montón de conciertos de jazz, y yo fingía pasarlo bien sólo por amable. Ahora cree que me gusta ese tipo de música...
... empeñado en encontrarme el punto G, así que nos pasamos el fin de semana haciéndolo en distintas posturas. Al final estaba destrozada;
... no dejaba de repetir: "¿Qué te ha parecido?" Tuve que inventar una historia; le aseguré que había sido fabuloso, que había sentido que todo mi cuerpo se abría como una flor. Me preguntó qué tipo de flor y le contesté que una begonia...

"No te lo vas a creer", de Sophie Kinsella.

2 comentarios:

Fiebre dijo...

Pues este no lo he leido. Parece que tiene un punto de humor negro, no? ¿Es del estilo Bridget?

Elena dijo...

Sí, fiebre, es del estilo Bridget. Ta gracioso :)

El que sí debe de ser de humor negro es "Un trabajo muy sucio" (o algo así), cuando me lo deje Jandro ya te contaré.