11 de noviembre de 2007

El "infierno mental"

Así lo describió Wallace... y así es, es el mejor nombre que se le puede dar.

Me entró el agobio así de pronto con Leia, en plan de "no voy a poderla cuidar bien, un conejito no es para estar en una casa, qué voy a hacer cuando me tenga que mudar, qué hago si me mandan a Valladolid y vivo en un cuchitril, qué hago si no consigo que se meta en el bolso de viaje y no la puedo llevar a ningún lado, qué hago si al final no es un conejo enano y crece y crece y crece". La verdad, lo pasé fatal. La opción más inmediata que se me ocurrió fue regalarla. Pero tampoco me sentía bien con esa opción. No sé qué pasó... tanto Wallace como Fiebre vieron más allá de donde yo veía y me dijeron que a ver si el problema no era por Leia precisamente...

... y como siempre, tenían razón. El problema no es Leia, el problema es que tengo la tendencia a querer tenerlo todo controlado, a plantearme todos los posibles problemas aun antes de que lleguen y buscar las potenciales soluciones. Es imposible. No lo puedo controlar. Yo lo sé, tú lo sabes, pero mi cabeza no lo admite.

El caso es que decidí relajarme este fin de semana. No se puede decir que lo haya conseguido... he conseguido una bronca por cosas que no existen, y todo por tener un agobio del tres. Cuando las cosas se escapan a mi control me estreso demasiado y cualquier pequeña cosa que estuviera pululando por mi cerebro de pronto se me magnifica y ya veo "el fin de los tiempos" cercano. Miedo a estar como antes, lo podría llamar. Cuando me ocurre eso, durante un par de días estoy un pelín hundida. Luego remonto, pero más adelante me vuelve a ocurrir. Cada vez lo supero más pronto y más fácilmente, pero coño cómo fastidia!!

Fuimos a una tienda de animalitos y me fijé en los conejitos enanos... y la verdad, tienen las orejas mucho más pequeñas que Leia!! (esto viene porque se supone que los conejos enanos tienen las orejas más pequeñas que los comunes, y al leer que a veces te venden conejos como enanos y al final no lo son, pues me dio un poco de palo, la verdad). Compré un candado para la jaula por si le da por abrir la puerta, y se me vino otra vez la paranoia de "el veterinario me va a decir el martes que no es un conejo enano!!". Y yo la quiero tener, qué os voy a decir, si hasta que me vino el agobio yo estaba la mar de contenta con ella. Pero joer, luego una empieza a tener sueños raros sobre conejos gigantes (y os podéis ahorrar el chiste, ehhhh) y se dice a sí misma "no, si me voy a volver loca al final". También he soñado que al llegar a León había dos conejos... joer, qué portento mi Leia!! todavía no está en época de celo y no tiene ningún conejito macho cerca, y fíjate tú...

Total, que a ver qué me dice el veterinario el martes. Lo mismo me da un soponcio, juas juas juas.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Pues lo mismito que yo: crisis de ansiedad. Te imaginas que va a ocurrir algo malo, y terminas casi creyéndotelo. Y claro... un agobio!!!

Tú tranquila. Como dice mi madre: "todo tiene solución menos la muerte". Mi madre y su fijación con la muerte...

Besin

Anónimo dijo...

Dos cosas, si llegas lo suficiente en el futuro planteándote cosas raras, coño, mírame los números de la primitiva cuando haya un buen bote.
Segundo, si no es enano y tus sueños de que crece y crece se hacen realidad, avísame pa hacer sitio en el congelador,(se siente, los sueldos están mu mal), juas.
Un beso loca.

Anónimo dijo...

Bueno, pues a mí también me pasa. Te cuento una que me pasaba parecida a una tuya: era incapaz de no terminar un libro, aunque a mí me pareciera una mierda. Un día me armé de valor y lo dejé, por ahí andará en algún rincón (porque tirarlos o reciclarlos o llevarlos a una biblioteca todavía no lo he conseguido, los llevo al trastero de la madre de Alf o a casa de mi madre, incluso a mi hermano el pequeño le he encasquetado alguno). Hoy día tengo bastantes en casa que no he acabado, algunos los terminaré y otros no. Pero ya no pasa nada, bueno sí, pasa que en su lugar puedo leer y terminar otros. Es que al principio era drama, sabes.
Respecto de lo que te pueda decir el veterinario, también tengo algo que contarte.
Verás, cuando éramos pequeños (el mayor y yo, el pequeño no había nacido) un tío de mi madre nos regaló un conejo de los que él criaba. Era blanco. Lo tuvimos muchísimo tiempo y creció mogollón. Supongo que en la mente de todos los adultos de la casa (mis padres y mi abuela materna) estaba el comérnoslo, pero en la nuestra no. Un día vinieron mis tíos de visita. Durante la comida lo planearon, por la tarde mi abuela le dio una colleja detrás de las orejas y por la noche lo guisó mi tía.
Mi hermano el mayor, ahora 42 años, jamás ha podido llevarse a la boca una tajada de conejo mientras que para mí es uno de mis platos preferidos.

Elena dijo...

Yo no he comido conejo nunca... no, espera, sí, lo preparaba mi abuela para comer en Navidad. Agh! inocente de mí, que no sabía lo que comía :S

Curioso lo de no ser capaz de no terminarse un libro... menos mal que ya lo superaste, porque debía de ser un martirio!! que a veces hay cada rollo que es insoportable :S

Anónimo dijo...

Hay la doña, que rollo se ha soltado pa ná..jajajaj...Es de las que estresa al marido si habla más de 5 minutos, fijo...>:)

Fiebre dijo...

Pues tú lo has dicho todo..sólo te queda reflexionar sobre "lo otro", (amigos y canalillos) verás que tengo razón, y aunque parezca algo "intrascendente", es la vida misma. Sobre eso sí puedes tener el control, te lo aseguro. Estirando la cuerda y recogiéndola sólo de vez en cuando.